jueves, 17 de enero de 2013

LA BUHARDILLA

Temieron perderse en la grieta que había dejado su ruptura un mes antes. Inconscientemente lo intuyeron y buscaron el refugio de la buhardilla. Su buhardilla, testigo mudo de sus apasionados encuentros. Además, pensó Ella, era el lugar  ideal para vaciar su enfado que se había empezado a hacer patente en la terraza del bar que hay junto al mercado del pueblo. La vehemencia con que expresaba sus sentimientos no era bueno airearla en un lugar público. Demasiado peligroso para una mujer casada, aunque se tratase de un monumental cabreo.
El desván era un lugar seguro y tranquilo. Alejados del ruido y de las miradas ajenas podrían hablar. Cuando se quedaron solos en aquél lugar, el silencio se hizo tan denso que se podía escuchar el silbido de la brisa caliente al colarse por el ventanuco del tejado. Fue Ella quién lo rompió a pesar de que se daba cuenta que su voz se entrecortaba. Pero quería expresarle sus sentimientos así que, tragó saliva con esfuerzo como si eso ayudase a que las palabras resbalasen en su boca para seguir el curso de un manantial imaginario que desembocase en un mar de tranquilidad. Pero parecía perdida en sus contradicciones: quería aparentar dureza pero anhelaba besarle y rodearle con sus brazos.
Le costaba avanzar, sus palabras aparecían a trompicones. Bajó la mirada como buscando otras más adecuadas, palabras perdidas aunque ahora, el problema, eran sus ojos llenos de pequeñas lagunas. No quería derrumbarse. Era un lujo que no se podía permitir y se encontró luchando contra esa envolvente sensación de angustia que la empujaba a llorar. Le apetecía llorar. Llorar y desahogarse sin control. Deseaba gritarle que lo amaba. El nunca la había visto con lágrimas en los ojos. La creía fría, distante e inmune a los amoríos. A aquél amor.
Solo hizo falta un simple roce de manos para que estallara en su interior ese sentimiento tan fuerte que Ella sabía que le pertenecía a él… ¿Y él lo sabía?
Palabras y más palabras llenaban la pequeña buhardilla. Se fue fundiendo el hielo entre los dos. Venció la pasión y el deseo a la ironía. Piel a piel. Fuego intenso.
Las esclusas del tiempo se derrumbaban y saboreaban esos momentos como lo hace un sumiller con el vino regio. Volvió a sentirlo de nuevo, a endulzarse con el sabor de su piel. A empaparse de él. Las miradas se enlazaban, se penetraban una en otra y la otra en la una buscando estar así para siempre. Ella se vio en la mirada de él y le leyó el pensamiento: El creía solo en su vacío y Ella en un nuevo inicio.
La buhardilla , una maquina del tiempo...
Volvió la cabeza para ver cómo se alejaba entre puestos de mercado, gente deambulando, carros, gritos, bocinas, una vida de pueblo.....
En esos instantes supo que el reflejo de su mirada no mentía y una última lágrima rozó la linea curva de su mejilla hasta el resueno de un mutismo derramado.

martes, 2 de octubre de 2012

UN SUSPIRO DERROTADO







Caen las palabras en el bosque vacío,

como encina vieja sometida al fracaso,

resuena el eco como tamboril en su caida

y con él, los motes dulces, las palabras amargas,

las silabas encogidas

y el silbido de los susurros....

Subo los peldaños como vagabundo,

el silencio roto por el crujir del alma,

huele a sombras del pasado,

lágrimas tiradas en un rincón;

siento miedo del recuerdo,

noto una brisa en la cara

y el miedo se torna furia.

El lastre de mis pies,

se regocija con torpeza,

un paso y con fatiga otro;

sigo subiendo, escalando así, lánguida,

hacia los arrullos de dolor que nublan mi mente;

alzando la mirada al poderio de las sombras,

inerte y sin respiración...

y le pregunto al eco ¿cómo se borra el amor?

Derrotada resto en el tiempo por un angosto vacío

 

 

lunes, 17 de septiembre de 2012

SIN ESPERARLO...

Altas horas de la madrugada y no puedo dormir
oigo cada crujir de la madera, cada golpe de viento
el espacio del silencio, los latidos de mi corazón.
No puedo dejar de pensar en él.
Me sorprende este sentimiento que esta naciendo en mi,
después de mi reticencia.
Su mirada casi rogándome,
su roce pidiendo el mio.
No logro entender porque me envuelve esa sensación,
o si...
se que se irá y me está doliendo
me invade la tristeza, una pena profunda;
la incertidumbre de no saber donde estará su fin,
el fin de esta relación corta pero intensa.
Me dije a mi misma que no concebiría ilusiones,
que es una relación sin mañana
y aquí estoy, encariñándome de un ser inalcanzable,
enfermo,  imposible, que no me pertenece.
Jamás volveré a albergar  un cachorro abandonado.
Seguiré fiel a mis convicciones.
Hoy apareció su amo, después de tres días
de cuidarlo entre algodones, de mimarlo
y al ver como se alejaba en brazos de él,
he dado  media vuelta, cabizbaja
secando esas lágrimas que no pretendía, pero no he podido evitar.

domingo, 20 de mayo de 2012

CAER PARA CRECER

He vagado por las letras, meses, semanas, días....
me he revolcado en la miseria de las palabras,
he soportado un chaparrón de desprecio poético,
he sido enmarcada en la orla de la ironía...

Se me rompió el corazón a pedacitos al no ser creída
y me paralizó la desconfianza,
helada me dejó la indiferencia por bulerías
y así, me fui meciendo en el raíl de la vida.

Fui paseando por las estaciones del destino,
recuerdos de un olvido obligado,
cargándome las alforjas de la culpa injusta.
Me eché el alma a la espalda.

Impuse y defendí mi honestidad
y llevé la etiqueta de la mentira como sentencia.
Siendo inocente.... me humillé,
explicaciones y racionamientos vanos.

Pudiendo escoger lo simple, cogí la senda encrespada.
Me nubló la esperanza y me cegó el corazón
y me fui balanceando en  mis ilusiones
y sorteando los obstáculos de mi cariño.
Cuando conseguí  mis sentimientos pisoteados
ahí...ahí me hundí en lo más ínfimo.
                      Caí.....para crecer

viernes, 11 de mayo de 2012

LA LLAMÓ "GEISHA"

Se quedó pensando en las palabras de "él".

Casi hipnotizada por el momento, se puso delante del espejo,

se enfrentó a una mirada cansada, pero inquisidora

y repetía incesante: - "me ha comparado con una Geisha".

Pasaba sus dedos con delicadeza por esos labios pequeños,

imaginando unos labios rojo intenso

intentando parecer pétalo en flor,

un sutil pimpollo de su boca.

Tocaba su pelo encrespado,

a la vez, pensaba en la carencia del parecido al azabache.

Acariciaba su rostro, menudo, desdeñable, marcando edad;

Ese tacto, le insinuó claramente que no llegaría a ser óvalo perfecto,

con una tez inmaculada, de blanco, con ese toque de porcelana.

Suspiró...

Inmersa en semejante ritual versado de su cuerpo,

perseverante en descubrirse, verificando su semblante.

Su mano recorría la linea aun firme de su cuello, su escote,

mezclando la lentitud de sus movimientos con vagantes reflexiones.

-¿Tendría la misma esbeltez y finura que marca la sensualidad?, se preguntaba.

Procedía como si perfilara el "kimono" que llevaba puesto en sus pensamientos;

ella misma proyectaba en segundos un concepto erroneo de si misma.

No podía dejar de tocar su ropa,

la rozaba, la arrullaba como si de seda se tratase;

abrumada por la disciplina conocedora del arte

duelo ceremonial, titanes enmascarados, té, política, literatura...

Conducta minuciosa, gran porte, intelecto sin límite

subordinada de su propio talento, de su creación,

hermosa marioneta con licencia de lujo.

Los rasgos, secuela de un aprendizaje,

exentos de mostrar sentimiento alguno

ideograma chino, arte y persona,

belleza obvia exquisitamente secundaria ....

Suspiró de nuevo....

"Ella" volvió a besar su rostro con la punta de sus dedos,

continuaba abstraída en esa cultura oriental que la fascinaba.

¿Quería decir "él" que no la encontraba lo suficientemente bella?

Su mente emigraba al Japón feudal,

su sensación, convertirse en un enser valioso,

si ni siquiera tenía rasgos de esfinge.

Ni tan solo era erudíta en el diálogo.

"Ella" jamas podría navegar en las horas ornamentándose,

odiaba el maquillaje, era amante del minimalismo.

Se barajaba una fascinación milenaria con la simplicidad.

¿Que quería decirle?, ¿tal vez que era una especie de cortesana?

O ciertamente "él" sabía como era una verdadera "Geisha",

cuando se crecía al nombrarla a "ella" la mejor.

La confusión, la osadía la hicieron afligir en un instante.

Sin dejar de contemplarse en el espejo, repudió la comparación.

Se percató de la imagen absurda que reflectaba el espejo,

llevaba puesto aún el delantal de cocina,

el pelo revuelto y desgreñado por el calor

y el sudor pegado de su único ritual existente, los fogones.

En sus bolsillos, retazos de su vida familiar.

La máxima elegancia en aquel momento,

sus "pantuflas" de andar por casa.

La comparó con una "Geisha" por primera vez

y "ella" se quedó con la perplejidad de un "porque".

En la penumbra de aquella sobria habitación,

se alumbraba la figura de una doncella con cara de Pierrot,

una mirada perdida, un enigma, fascinación...

mientras "ella", en su auténtico patrón, incoherente y silenciosa

se guarecia en la oscuridad;

en los recovecos de esa misma penumbra,

en la que no se sabia encontrar.

No descubria su cometido y lo dejó todo al azar

Y aquella lágrima amarga que la hizo pisar la realidad,

quebró su sonrisa, su identidad....

domingo, 22 de abril de 2012

EMBLEMAS


Una sonrisa... un lazo tierno que te envuelve.

Un beso... la fragancia de la sonrisa.

Un abrazo...la firmeza del sentimiento.

Un susurro...evocar estremecimiento.

Una palabra dulce en tus labios,

algo que puede calar tan hondo como un desgarro,

La indolencia, esa sonrisa, el beso, el abrazo

y el susurro fusionados

desvaneciéndose en la mudez de las palabras




lunes, 16 de abril de 2012

UN LUGAR PARA ENCONTRARME

Soy una metáfora,

soy un concepto profundo

y voy en busca de lo auténtico

necesito retroceder antaño y escojo esta noche turolense,

como podía escoger cualquier otra.

Bajo esta original techumbre

en la que la noche se erige altiva y majestuosa

cuya oscuridad es angosta y sus estrellas una dote.

Soy dispar y misteriosa,

me gusta su silencio,

mezclado con el rumor de sus aguas,

sus caños llenando abrevaderos

el riachuelo vivaracho,

sus orillas, maleza y zarzas,

un collado con barrancos.

Su gente conversando en los portales

recordando, reviviendo...

y me siento con ellos

a escuchar sus batallas, no me ubico,

pero las decoro con mi imaginación.

No hay vecinos hidalgos

ni linajes nobiliarios,

son nobles filántropos;

se nutren de su viaje por la vida,

el fruto de la historia,

un momento de sabor y sensaciones.

Observando los ojos de la albada clavados en mi,

una jota brava,

me miran sorprendidos, pero me siento

entre esos viejitos encantadores,

se ríen al pensar que no entiendo su concepto,

excavan en su memoria de la guerra,

en el trabajo duro,

estratégicamente en el corazón de su pueblo.

Necesito escucharlos,

nutrirme de su cultura, de su sabiduría;

me comparten un café con miel, un pedacito de torta.

Es pecado no tomarlo, aliado de tertulias,

me hacen sonreir, su confianza me cobija,

saboreando las horas que pasan indudablemente perezosas en esa tierra.

Así me dejan el carisma, la calidad y el calor de la vida, de su personalidad,

un viaje por un patrimonio humano,

el tren que saca del abismo mi alma, me rescata,

me acerca a la nobleza, a la amistad, a la entrega, al punto de partida,

creando un simbolismo,


viva esencia de mi misma.